Raspberry Pi: regreso a la era en que administrábamos nuestros dispositivos

Raspberry Pi: regreso a la era en que administrábamos nuestros dispositivos
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En episodios anteriores (siempre he querido decir esto en una entrada) sobre la Raspberry Pi, me he centrado en qué es, para qué sirve, y también en sus alternativas y el futuro. En la entrada de hoy voy a hablar desde el punto de vista de una persona que se meta a experimentar y a jugar con la Raspberry Pi.

Porque, ¿cómo es la experiencia dede usuario? ¿Es complicado utilizarla? ¿Merece la pena una Raspberry Pi? ¿Cómo es eso de volver a los orígenes y administrar nuestros dispositivos, muchas veces desde un terminal?

La Raspberry Pi no tiene caja ni instrucciones

Acabo de decir una verdad a medias, pero dadme por favor algo de tiempo para explicarme. Dependiendo del distribuidor de vuestra Raspberry Pi, Farnell o RS, la Raspberry Pi puede que haya venido en una caja de cartón o en una caja rosa de plástico (reutilizable como caja si somos algo manitas). A lo que me refiero es que, cuando compramos un ordenador viene empaquetado con instrucciones más o menos completas o al menos con el sistema operativo preinstalado. La idea es que lo tengamos todo funcionando con el menor esfuerzo posible.

La Raspberry Pi es una placa y nada más. No esperéis un libro de instrucciones o que os lo den todo hecho. Esto ya es una declaración de intenciones, ya que somos nosotros los encargados de hacer que la Raspberry Pi funcione (o al menos divertirnos) y rentabilizar el coste de la misma (recordamos que el modelo B cuesta 35 dólares). También tenemos que contar con el coste de los periféricos que necesitemos, aunque probablemente por casa ya tengamos algunas de las cosas necesarias, como por ejemplo una tarjeta SD o un cable HDMI.

Un dato. Más de un millón de Raspberry Pi vendidas desde el 29 de Febrero de 2012. Esto implica que hay mucha gente trasteando con las Raspberry. Y no sólo en el sector educativo, verdadera razón de ser para el ordenador de los 35 dólares, sino que muchísima gente necesitaba un dispositivo barato aunque no lo supieran. Y cuando hay necesidades surgen las soluciones.

Robots, verdades y tarjetas de almacenamiento SD

De pequeño quería ser robot. Ni bombero, ni médico, ni cualquier otra profesión que se os ocurra. Robot. No es de extrañar entonces que acabara estudiando una ingeniería (telecomunicaciones), ni que mi juego favorito sea el Robot Oddysey. Trabajo en I+D y, pese a que hace mucho que no programo, de cuando en cuando compilo alguna cosa, modifico scripts y me lío la manta a la cabeza en proyectos como instalar un LCD en un Mac.

Pensaréis que con ese trasfondo estoy encantado de liarme a escribir comandos en un terminal, y que he cogido el guante de volverme a pegar con el sistema operativo linux. Pues la verdad es que no. Si me pasé a Mac hace 9 años fue por ahorrarme muchos sufrimientos. Quiero que las cosas funcionen y ser el dueño de mi tiempo. Atrás quedaron muchas horas de montar ordenadores, formatear, optimizar, instalar sistemas operativos y desarrollar aplicaciones.

¿Qué hago entonces pegándome con la Raspberry Pi? La respuesta está en Google, foros de internet, y sitios web dedicados a la Raspberry Pi. San Google nos ofrece muchísima información de cómo hacer las cosas. Llegado el caso, la información estará obsoleta y tendremos que luchar un poco, como me sucedió a la hora de conectar un LCD en la Raspberry Pi. Pero la inversión económica es mínima, el ordenador con el que nos conectamos a internet nos brinda fielmente la información necesaria y, lo más importante de todo, estaremos aprendiendo.

Conectando un LCD a la Raspberry Pi

El baño reciente que me he dado en Linux, scripting, compilaciones,... es más que bienvenido. Sigo teniendo el control de mi tiempo, ya que si me atasco es cuestión de dejarlo y buscar información y/o alternativas. Y también está el reto de exprimir algo baratísimo (35 dólares no es nada, y menos si lo comparamos con lo que costaba un ordenador de esas características hace unos años) para seguir sacándole jugo. Y el zumo de frambuesas está realmente rico y a día de hoy es inagotable, gracias al talento y a la herramienta cooperativa global que es Internet.

Raspberry Pi en la caja Pibow, una original caja multicolor

El camino muchas veces no se empieza desde cero. Hay distribuciones que ya nos acercan a tener centros multimedia, distribuciones linux de propósito general, distribuciones con emuladores y videojuegos para los ratos de ocio, ... Tan sólo tenemos que contar con algunas tarjetas SD y ponernos manos a la obra.

La vida de Pi, Raspberry Pi

La clave del éxito de la Raspberry Pi hay que buscarla en su origen: ayudar a que la gente vuelva a apasionarse por aprender informática. Hay mucha gente que ha vuelto a apasionarse por hacer proyectos, volver a programar, construir cosas o participar en un proyecto que es muchísimo más grande que la suma de sus partes.

La Raspberry Pi

Como decía antes, podemos empezar por cargar una imagen en una tarjeta y hacerla funcionar. Probablemente no tengamos que configurar nada y todo vaya como la seda. Y probablemente también se nos ocurrirá hacer nuevas cosas, instalar nuevas aplicaciones, llevar a cabo nuevas ideas. Internet y el resto de los usuarios nos facilitarán la tarea.

Hay guías básicas de Linux y los comandos del terminal que nos posibilitan aprender poco a poco. Y, cuando consigamos el resultado esperado, probablemente nos quedemos con ganas de seguir aprendiendo. La administración de la Raspberry Pi en el fondo no es tan complicada gracias a Internet. Os animo a que, si todavía os lo estáis pensando, le echéis algo de valor y os tiréis a por ella de cabeza.

En Xataka | Especial Raspberry Pi

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