Da igual lo que intentes: es imposible abrir la puerta de una avión en pleno vuelo

Da igual lo que intentes: es imposible abrir la puerta de una avión en pleno vuelo
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De tanto en cuanto sucede: algo extraño, sin duda motivo de preocupación y alarmismo, ocurre dentro de un avión de pasajeros en pleno vuelo, y todos los medios se lanzan de forma inmediata a recoger la noticia en todo su esplendor. El último caso, el del hombre escocés que confundió la puerta de salida del avión con la del baño. Horror vacui, pánico generalizado y miles de clicks. ¿La fuente original? The Daily Telegraph. ¿La historia? Mucho menos impresionante de lo que parece.

Porque sí, un hombre puede haber confundido de forma algo absurda la puerta de salida del avión con la del baño. Pero no, la información no es noticia. Por un motivo muy simple: nuestro amigo escocés podría haber pasado el resto del vuelo intentando abrir por todos sus medios la puerta en cuestión, y jamás habría tenido éxito. Es imposible realizar tal acción (y por tanto hay poco motivo para el alarmismo) por un proceso muy simple llamado presurización.

Por qué los aviones están presurizados

La presurización es el único modo posible de permitir a los aviones volar por encima de los 10.000 metros sin poner en riesgo la salud de la tripulación o de los pasajeros. Por un motivo sencillo: la presión atmosférica experimentada a tales alturas es mucho más baja de la que disfrutamos en nuestro día a día a pie de tierra. Desde la hipoxia hasta el mal de altura, son diversos los trastornos y problemas fisiológicos que el ser humano puede sufrir cuando la presión atmosférica desciende por debajo de niveles inasumibles para su salud. La presurización hace que sigamos vivos.

Cabina

De este modo, la presión en el interior de la cabina simula altitudes apenas por encima de los 1.500 metros (depende de a qué altura volemos y del modelo de avión) mientras la presión real es mucho más baja. El resultado de todo ello, como explica el piloto Patrick Smith en Ask The Pilot, es que el avión queda cerrado herméticamente. La tensión entre la baja presión externa y la alta presión interna de la cabina provoca de forma automática que la fuerza que tengamos que ejecutar para abrir una puerta se multiplique. Ni siquiera el ser humano más fuerte del mundo podría hacerlo.

La tensión entre la baja presión externa y la alta presión interna de la cabina provoca que tengamos que desarrollar fuerzas superiores a 9.000 kilos para abrir hacia dentro la puerta de salida del avión. Ni un escocés borracho podría

Se necesitarían herramientas mecánicas, como un gato hidráulico, que no están permitidas a bordo. Ricardo Galli ha traducido el anterior proceso a cifras . Deberíamos desarrollar una fuerza capaz de mover ¡9.000 kilos! Un escocés borracho no tiene tanta capacidad de maniobra.

Problema añadido: la puerta de salida del avión se abre siempre hacia dentro, lo que imposibilita aún más que cualquier pasajero enajenado la abra (provocando la muerte probable del resto del avión). Como señala Smith o como se comenta aquí, el mero intento está penado según la regulación de algunos países, y a buen seguro que las demás personas presentes en la aeronave entrarían en pánico, pero cualquier éxito en tal empresa estaría condenado de antemano.

Todo lo anterior, en todo caso, se refiere a situaciones en ruta, cuando los aviones vuelan a grandes altitudes. Por debajo de los 2.500 metros de altura, durante las fases de aterrizaje y despegue, sí es posible técnicamente abrir la puerta del avión (pero no tienes permiso para levantarte del asiento).

Hay accidentes, pero no por una puerta abierta

Es una cuestión de física elemental, pero eso no significa que un avión no pueda ser despresurizado. Aquí podemos encontrar un breve listado de accidentes provocados por la mala presurización de una cabina de avión comercial, o por su repentina despresurización. El equilibrio es delicado: cuando un avión desciende de forma brusca, caen las mascarillas de oxígeno. La presión comienza a subir de forma rápida, pero el avión no tiene tiempo a despresurizarse a la misma velocidad. Para corregir ese desequilibrio, la tripulación habilita el oxígeno, que nos permite respirar con normalidad.

El Aloha Airlines Flight 243 perdió de forma repentina una pieza de fuselaje, y provocó que un auxiliar de vuelo fuera desprendido del avión. La despresurización repentina de la cabina es un riesgo alto para los pasajeros y la tripulación

¿Qué pasaría de lo contrario? The Daily Telegraph, en su pieza sobre el pasajero escocés que de ningún modo habría abierto la puerta de salida del avión, añade un enlace a un artículo titulado: "¿Qué pasa si abres la puerta del avión en pleno vuelo?" (La única respuesta es: no puedes abrir la maldita puerta del avión en pleno vuelo). En él explora cómo una despresurización repentina del avión (debido a un desprendimiento del fuselaje, como sucedió con el Aloha Airlines Flight 243 en 1988) provocaría que cualquier pasajero no fijado al avión saliera despedido (así murió la única víctima).

Vuelo

Se trataría de un suceso extraordinario. También cita el caso del Helios Airways Flight 522, aunque tenga poco que ver: el avión no se despresurizó, fue la tripulación la que olvidó cambiar el modo de presurización automático al manual, provocando primero su estado de inconsciencia, la pérdida total de combustible después y su colisión con el suelo finalmente. Los accidentes pueden suceder (pese a ser excepcionales), pero nunca relacionados con alguien abriendo el avión desde dentro.

El caso del Helios Airways Flight 522 es diferente: la tripulación olvidó utilizar el modo automático para presurizar el avión. A los pocos minutos de alcanzar su altura, perdieron el conocimiento y se estrellaron

No ha sido óbice, sin embargo, para que desde Time (!) hasta Mashable, pasando por Antena 3, la noticia haya recorrido las redes esta mañana con especial velocidad. El protagonista en cuestión, por cierto, ha sido detenido por la policía holandesa (el vuelo era Edimburgo-Ámsterdam) nada más poner pie a tierra. También ha sido multado con 600 euros. Aunque no pongas en peligro a nadie (y no lo haces), simular que abres la puerta del avión se sigue pagando muy caro.

Imagen | Cory W. Watts, Australian Airlines, Bill Abott

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