Monument Valley y la armonía del videojuego en el móvil

Monument Valley y la armonía del videojuego en el móvil
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Hay videojuegos que se centran en la jugabilidad o en la historia. Es algo normal: el videojuego se compone de narración y ludens pero más allá de este binomio tendemos a olvidar un tercer factor que tiene mucho: la experiencia. Meternos de lleno en el mundo virtual que tenemos delante de nosotros y disfrutar de ese viaje a un espacio que solo existe delante de la pantalla que tenemos justo enfrente.

En esa lucha por el hiperrealismo para meternos de lleno la historia, destaca Monument Valley por ser precisamente todo lo contrario. Un juego con gráficos más sencillos pero que es capaz de introducirnos por completo en sus geometrías escherianas para que por un momento recordemos que el móvil no es solo una plataforma para estar comunicado todo el día.

El camino por arquitecturas imposibles

Monument Valley no necesita presentación a estas alturas. Desarrollado por Ustwo, es un juego donde tendremos que llevar a nuestro protagonista de un sitio a otro del mapa moviendo diferentes elementos para guiarle por el camino correcto. Bajo esta sencilla propuesta, se esconde una serie de niveles que nos hacen pensar y replantearnos nuestra forma de entender el espacio.

Las referencias a Escher y sus edificios imposibles son palpables desde el primer momento. Caminos que se entrelazan ante nuestros ojos pero que en realidad son solo una ilusión. Lo que sube, a veces baja y en esa confusión radica la mecánica y también el encanto de Monument Valley. Su diseño es exquisito y anima a que juguemos relajados, a perdernos en la belleza de lo abstracto.

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Cuando se desarrolla un juego, se piensa en las necesidades de cada plataforma: no hablamos solo de hardware, hay otros factores muy importante como el tipo de pantalla o la forma en la que jugamos. No es lo mismo estar sentado en un sofá relajado que aprovechando un viaje de unos escasos minutos en transporte público para matar el tiempo.

Monument Valley entiende muy bien esta filosofía y divide su juego en pequeñas píldoras. Niveles que por lo general no se tardan mucho en resolver pero que tienen la duración perfecta para esos momentos en los que usamos el móvil. Un rato mientras esperamos a que venga un amigo, ese trayecto que hacemos todos los días en tren para llegar al trabajo...

La experiencia es armoniosa en todos los sentidos y nos ha demostrado un par de cosas. Por un lado que se puede hacer un videojuego para móviles que entienda perfectamente las necesidades del soporte y la forma en la que se utiliza. Un control sencillo, pulsando sobre la pantalla, y con una experiencia que invita a jugar de forma relajada. A explorar el mundo y hacer una pequeña pausa.

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Cada nivel que avanzamos nos da la satisfacción de haber superado el reto que nos proponía pero también nos deja un cierto amargor al saber que el final está un poco más cerca y que, volver a jugarlo desde el principio, no nos hará recuperar esas sensaciones que vivimos en nuestro primer viaje.

Hay vida más allá de las compras in app

También ha dejado claro que la fórmula de cobrar por el contenido es un modelo muy válido. Ellos tienen un producto muy bueno, la crítica lo ha avalado en incontables ocasiones, y las buenas ventas tanto en Android como iOS corroboran que ha calado entre el público. Ahora con su nuevo pack de niveles, Forgotten Shores, quiere que nos volvamos a enganchar a Monument Valley.

La expansión es de pago y aunque a mucha gente le ha gustado, no ha faltado quienes han decidido votar a Monument Valley con la puntuación más baja en la App Store y Google Play. Su éxito, además, nos anima a pensar que hay vida más allá de los juegos que están diseñados con modelos in app que buscan sacar dinero a base de enganchar a los jugadores y segmentar en exceso el desarrollo.

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