El siguiente gran riesgo del coronavirus es saturar las UCIs: hora de decidir si somos Filadelfia o somos San Luis

El siguiente gran riesgo del coronavirus es saturar las UCIs: hora de decidir si somos Filadelfia o somos San Luis

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El siguiente gran riesgo del coronavirus es saturar las UCIs: hora de decidir si somos Filadelfia o somos San Luis
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Javier Jiménez y Javier Lacort

El coronavirus es, en realidad, muchas amenazas distintas. Lo estamos viendo en vivo y en directo. Decenas de ámbitos de nuestra vida se están viendo afectados por una crisis que, cada día que pasa, parece más incontrolable. Y sin embargo, algunos de los mayores riesgos a los que nos enfrentamos quedan relativamente eclipsados por el recuento diario de casos y la incertidumbre en torno a las medidas que tomará el Gobierno.

El mejor ejemplo de esto quizás sea la pregunta por la capacidad del sistema sanitario para hacer frente a la epidemia. Durante meses se ha repetido que el COVID-19 "sólo es una gripe más", "de la que se curan la gran mayoría de las personas que se han infectado" y "que solo afecta a mayores y personas con patologías previas". No obstante, viendo que ya hay hospitales suspendiendo operaciones para poder atender a todos los casos, ¿qué puede pasar si la epidemia desborda nuestra capacidad? ¿Es esto un problema real o se trata de un temor poco fundado?

Una enfermedad, decenas de escenarios

Filadelfia Vs San Luis 001

A menudo, pensamos en las enfermedades infecciosas como si fueran fenómenos uniformes, eventos con un origen, un nudo y un desenlace que se repiten siempre igual, reposiciones del mismo brote. No es así. La evolución de las epidemias cambia de forma radical dependiendo de muchos factores como el clima, la estructura de la población o las medidas que se toman.

La imagen superior es un ejemplo clásico que nos permite entender cómo una misma enfermedad puede originar escenarios ten diferentes. En 1918, la gripe española entraba en EEUU en mitad de un enorme secretismo relacionado con la Primera Guerra Mundial. Esto dificultó la coordinación y provocó que cada ciudad tomara medidas por su cuenta. Filadelfia, por ejemplo, detectó los primeros casos el 17 de septiembre, pero no se tomaron medidas. De hecho, no solo se celebró un desfile público el día 28, sino que hasta el día 3 de octubre, con los hospitales ya desbordados, no se cerraron escuelas, teatros e iglesias.

San Luis, sin embargo, identificó los primeros casos el día 5 de octubre y sus autoridades implementaron una serie de medidas para cortar la epidemia solo 2 días después. Los resultados hablan por sí solos: como averiguaron Richard J. Hatchett, Carter E. Mecher y Marc Lipsitch en 2007, que las ciudades que adoptaron el cierre de escuelas, teatros e iglesias antes de que se alcanzasen las 30 muertes por cada 100.000 ciudadanos, tuvieron una tasa de mortalidad máxima promedio de 65 por cada 100.000. Los que tardaron más, alcanzaron los 146 fallecidos.

Pico Epidemico 001

La enfermedad y su letalidad eran exactamente las mismas; los resultados fueron muy diferentes. Por ello, en los últimos días los epidemiólogos han insistido en que la tarea fundamental es "aplanar la curva". Es decir, como se puede ver en el gráfico superior, ralentizar la progresión de la epidemia de tal forma que no llegue a superar la capacidad del sistema de salud. Fundamentalmente, porque si se supera esa capacidad, el colapso del sistema puede provocar muchas más muertes (incluso con un menor número de infectados).

¿Qué se necesita para combatir el coronavirus?

Jair Lazaro 0lrjo37r6nk Unsplash Jair Lazaro

Hay dos factores fundamentales que intervienen en el riesgo de desbordamiento sanitario: el primero es la capacidad de nuestro sistema de salud y el segundo, los recursos que necesitan los enfermos de COVID-19. Desde hace semanas, los expertos vienen avisando de que, aunque la epidemia puede causar colapsos en casi todos los servicios y muy especialmente en urgencias, los pacientes críticos suponen el gran problema del sistema sanitario en la medida que las unidades de cuidados intensivos, su personal y su maquinaria no se pueden improvisar.

Según la OMS y varios estudios epidemiológicos, entre un 5 y un 6,1% de los pacientes diagnosticados de coronavirus desarrollarán "estado crítico". No todos necesitan técnicas de ventilación invasiva, pero sí requieren cuidados intensivos. Estos pacientes pasarán un promedio de 7 días en esta unidad, aunque hasta un 10% de ellos han requerido estancias muy largas en la UCI (des hasta 28 días).

Sin ir más lejos, el paciente 1 italiano acaba de salir de cuidados intensivos tras estar 20 días ingresado. Esto es fundamental, porque, según la Estadística de Centros Sanitarios de Atención Especializada de 2017, la última que ha publicado el Ministerio de sanidad, la estancia media en la UCI en España es de 4,95 días.

¿Tenemos medios para tratar todos esos enfermos?

Con estos datos encima de la mesa, nos queda identificar la capacidad del sistema de salud para hacer frente al principal cuello de botella asistencia, los casos críticos. El problema es que no resulta fácil contabilizar el número de camas de cuidados intensivos en los hospitales españoles porque no existe una definición unitaria de "cama UCI" y, además, muchas de ellas no dependen de unidades o servicios especializados.

Para realizar una estimación del número de camas en funcionamiento hemos utilizado, por un lado, la Estadística de Centros Sanitarios de Atención Especializada de 2017 y, por el otro, un informe de los recursos estructurales de los Servicios de Medicina Intensiva en España elaborado 2013. Con estos informes detallados y las cifras generales del Ministerio de Sanidad, estimamos que hay unas 3.345 camas dependientes de UCIs y otras 1.393 dependientes de otros servicios.

Es decir, siendo conservadores, España tiene 4.738 camas de UCI en el territorio español con una distribución desigual que va desde las 190 camas por millón de Galicia a las 50 por millón de Castilla - La Mancha. No obstante, este sigue siendo un dato parcial a la hora de estimar la capacidad del sistema y no nos permite establecer umbrales a partir de los cuales los sistemas empezarían a estar saturados. Variables como la duración de ingreso en la unidad, los protocolos de admisión o la disponibilidad del personal (el ECDC europeo estimaba que cada paciente grave requiere entre 15 y 24 profesionales sanitarios al día) son criterios a tener en cuenta.

Sin embargo, la cifra total sí nos permite pensar en torno al siguiente gran riesgo de la crisis, el momento en el que la epidemia alcance los límites del sistema sanitario. Y, sobre todo, nos da un marco de referencia para apostar por tomar medidas decididas antes de que el "demasiado poco, demasiado tarde" del que nos hablan los expertos se convierta en una realidad.

Imagen | Richard Catabay

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